En Chile la biomasa es la energía renovable más utilizada, superando en 13 veces el uso de la energía solar y eólica, además de la segunda más importante, por debajo del petróleo crudo, superando al carbón y el gas natural.
Tal es su importancia como fuente energética del país, principalmente en el sector industrial, que el gobierno incluyó dentro de su Ruta Energética (un plan para enfrentar los desafíos de este sector al 2022), un proyecto de ley para ordenar la producción, transporte, comercialización y consumo de biocombustibles sólidos (biomasa), principalmente la leña, los pellets y astillas. El objetivo es que aumenten sus niveles de eficiencia y se minimicen sus niveles de emisión.
La redacción de este proyecto está aún en elaboración por parte del Ministerio de Energía que, recordemos, cambió a su jefe de cartera a mediados de junio, asumiendo Juan Carlos Jobet.
La mayor demanda de energía derivada de la biomasa se focaliza en el sector industrial, con 80% de la producción total, mientras el 20% restante corresponde a leña, representando este formato una quinta parte del total de energía en base a materia orgánica. Además, en las ciudades del sur del país, más del 90% de las viviendas utilizan biomasa para calefaccionarse.
Y es precisamente en el uso doméstico donde este tipo de biocombustible sólido muestra su otra cara: la contaminación que emite principalmente la quema de leña húmeda y responsable de unas 2.000 muertes prematuras al año.
La utilización de leña húmeda se realiza de forma masiva en las ciudades del centro sur del país, donde es responsable del 87% del total de las emisiones de material particulado fino (MP2.5), un contaminante muy dañino para la salud humana y que, según el gobierno, significa un costo social de más de US$1.000 millones al año.
Incluso, un informe encargado por Greenpeace y AirVisual, que midió los niveles de contaminación por MP 2,5 posicionó a Padre Las Casas, Osorno, Coyhaique, Valdivia y Temuco, dentro de las cinco comunas más contaminadas en Latinoamérica, en 2018, lo que produjo bastante impacto en la opinión pública.
El Ministerio de Medio Ambiente, en tanto, coordina el Programa de Recambio de Calefactores, que permite que los habitantes de distintas ciudades con alta contaminación puedan cambiar sus dispositivos de calefacción por otros más eficientes. En un informe de Evaluación de este programa, realizado por el Centro de Sistemas Públicos de la Facultad de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile y publicado en 2019, analizó los beneficios ambientales de esta iniciativa.
“El consumo de leña seca ha aumentado y se está derribando el mito que la leña verde dura más”.
El análisis, que muestra valores en condiciones de laboratorio, estableció que mientras un calefactor antiguo a leña generaba 125,9 kilos de MP2.5 por vivienda al año (kgMP2,5/Vivienda-año), un dispositivo certificado llega a 30, mientras que uno a pellet solo a 1,9 kilos.
“Lo que más afecta la contaminación es la mala operación del calefactor, entonces vemos que se le echa la culpa a la leña de un problema que tiene que ver con los usuarios, y cómo manipulan los calefactores que es una consecuencia de que las viviendas no pueden retener el calor que éstos generan”, dice Alejandra Schueftan, arquitecta y gerente de la sede Los Ríos del Instituto Forestal, INFOR.
“El problema de fondo es que usamos mucha energía para calefaccionarnos y eso es una consecuencia de que nuestras viviendas están mal aisladas”, agrega la especialista.
Otro de los problemas que se ha planteado a nivel internacional con el uso de la biomasa se relaciona con las emisiones de Dióxido de Carbono (CO2) que su combustión puede generar. Este contaminante es el principal causante del efecto invernadero que calienta nuestra atmósfera y, por ende, causando el cambio climático.
No obstante, han salido varias voces que defienden el uso de este tipo de biocombustible sólido, apelando a una eventual “neutralidad de CO2”. Estas se basan en que durante el crecimiento de árboles, plantas y productos agrícolas han estado absorbiendo el CO2 emitido por otras fuentes contaminantes. Al ser utilizados como combustibles estarían generando el mismo CO2 que previamente ya incorporaron, por lo que no generarían nuevas emisiones a la atmósfera.
Donde la biomasa puede ser un factor clave en la matriz energética es a nivel industrial. Para hacerse una idea, España, tercer país europeo que lidera los recursos absolutos de biomasa forestal (por debajo de Suecia y Finlandia), construyó la segunda planta de biomasa que podría abastecer a una población similar a Temuco.
Sin embargo, este uso también presenta algunos inconvenientes. Según Carlos Silva, investigador y docente de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, las ventajas y desventajas de la biomasa dependen del origen de ésta.
Fuente: La Tercera.
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