Asoma como el principal vector para “descarbonizar” el mundo. En el país hay diversos planes, pero uno solo, privado y pequeño, en funcionamiento. En 2006, el Congreso sancionó una “ley de promoción”, que no llegó a ser reglamentada. Naciones interesadas
A medida que el mundo acelera la transición hacia una energía y una economía más limpias, para prevenir o al menos mitigar el cambio climático, sectores como el petrolero ven recortar su horizonte y otros pintan como ganadores de la nueva era.
Uno es el de la “electromovilidad”, con casos como Tesla, la automotriz de Elon Musk, que produciendo apenas una fracción del número de vehículos que fabrican sus competidores se subió al Top 10 de empresas más valiosas del mundo: en 2020, su capitalización de mercado aumentó 565% y según un estudio de Kantar fue también la compañía cuyo valor de marca más creció (275%) el año pasado.
“El hidrógeno es el elemento más simple de la naturaleza y el gas más abundante en el universo; se encuentra en el sol y en la mayoría de las estrellas y naturalmente en la tierra unido a otros elementos en estados líquidos, gases o sólidos. Siendo esencial para la vida, está presente en el agua y en casi todas las moléculas de los seres vivos. Solo no desempeña un papel particularmente activo; permanece unido a los átomos de carbono y oxígeno y combinado con el carbono forma compuestos o hidrocarburos como el gas natural, el carbón y el petróleo. Su principal ventaja es que es un gas cuya combustión produce simplemente agua y, al igual que la electricidad, es un portador o vector de energía que debe producirse a partir de otra fuente”, explican la ingeniera Julieta Rabinovich y el economista Sebastián Scheimberg en un informe publicado en “Carta Energética”, de la consultora Daniel Montamat & Asociados.
Alemania, Japón y Corea del Sur están interesados en la producción de hidrógeno de la Argentina, por su tremendo potencial eólico (la Patagonia) y solar (las provincias del NOA
Separar el hidrógeno requiere cantidades considerables de energía, lo que lo vuelve económica y ambientalmente viable solo si se hace a partir de fuentes renovables, como las energías solar y eólica (molinos de viento) y a costo aceptable. Este es el llamado “hidrógeno verde”, diferente de otros “colores” con que se asocia al mismo gas, según se produzca, por caso, mediante el uso de hidrocarburos (hidrógeno sucio o “marrón”) o energía nuclear (hidrógeno rosa).
Fuente: Infobae