Un equipo de investigadores del Conicet y la Universidad Nacional del Centro utilizan yerba mate usada para desarrollar “carbones activados” que descontaminan el suelo y el agua y “capacitores” para almacenar energía.
Cada año los argentinos consumimos unas 250.000 toneladas de yerba (6,4 kg per cápita anuales, según datos del Instituto Nacional de la Yerba Mate). En su mayoría esa materia orgánica va a parar a la basura, o con suerte al compost para abonar plantas. ¿Por qué no darle un destino más relevante a este residuo, tan común y ligado a la idiosincrasia nacional?
Con esta idea, la ingeniera química Florencia Jerez, junto a un grupo de investigadores de la Universidad Nacional del Centro en Olavarría, se pusieron a estudiar cómo transformar la yerba usada en un biomaterial para almacenar energía.
“En el mundo se están desarrollando carbones activados a partir de residuos vegetales abundantes, que sirven para construir “supercapacitores”, pero nadie hasta ahora había investigado el uso de la yerba mate”, comenta Jerez. “Los supercapacitores funcionan de forma similar a una batería, pero tienen la característica de poder almacenar grandes cantidades de energía y liberarlas muy rápido, a diferencia de las pilas y baterías comunes, que almacenan la energía para liberarla en forma más lenta y constante”, explica. De hecho, los supercapacitores complementan a las baterías y alargan su vida útil, ya que permiten balancear flujos de energía intermitentes.
Fuente: La Nación
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