Argentina se prepara para consolidarse como un actor destacado en la economía del hidrógeno verde, proyectando una producción de cinco millones de toneladas anuales para 2050 y la generación de más de 80.000 empleos calificados, según un informe de la Usina para el Desarrollo Energético Argentino (UDEAS), basado en datos de la Secretaría de Asuntos Estratégicos. La estrategia nacional apunta a un desarrollo integral del sector, con énfasis en la transición energética, el empleo y la competitividad global.
El plan establece que el 80% de la producción de hidrógeno verde será destinada al mercado internacional, mientras que el 20% se reservará para satisfacer la demanda interna. Esta distribución busca tanto generar divisas como posicionar al país como proveedor global de energía limpia, en un contexto de creciente presión internacional por descarbonizar las economías y cumplir con objetivos climáticos.
Una de las ventajas comparativas más relevantes es la Patagonia argentina, que con factores de capacidad eólica superiores al 60%, ofrece condiciones inmejorables para producir hidrógeno verde mediante electrólisis, un proceso que utiliza electricidad de fuentes renovables para separar el hidrógeno del oxígeno en el agua. Estas condiciones posicionan a Argentina entre los países más competitivos del mundo en este tipo de energía limpia.
Las proyecciones económicas del informe indican que, para 2030, el costo de producción en la Patagonia podría rondar los 1,7 dólares por kilo, y para 2050, disminuir a 1,4 dólares, valores que se encuentran entre los más bajos a nivel mundial, lo que favorece la atracción de inversiones extranjeras y la firma de contratos de exportación a largo plazo. La Agencia Internacional de Energía ha destacado estos costos como altamente competitivos para los próximos 25 años.
En el ámbito regional, Río Negro ocupa un lugar estratégico, con un Plan de Hidrógeno Verde que articula políticas de desarrollo productivo, formación profesional y alianzas con universidades y centros tecnológicos. La intención es crear polos de producción que impulsen la actividad industrial local, generen valor agregado y fortalezcan la cadena de proveedores e innovación.
El éxito de estos objetivos dependerá en gran medida de la transformación de la infraestructura energética y logística del país. El plan contempla al menos cinco polos de producción distribuidos en distintas regiones, conectados mediante corredores estratégicos como el de la Región Sur, que une Buenos Aires con Tierra del Fuego, y el de la Región Oeste, que conecta Bahía Blanca con Río Negro y Neuquén, incluyendo entre tres y cinco puertos especializados en exportación de hidrógeno.