El Perú es uno de los países más vulnerables al cambio climático. Sequías más intensas afectarán la producción hidroeléctrica, encareciendo los costos de electricidad, como quedó demostrado en 2022 y 2023, cuando fue necesario atender la demanda con centrales a diésel, lo que disparó los costos de generación eléctrica de $30 el megavatio hora a más de $200.
Un reciente informe del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (SENAMHI) advierte que esta situación podría repetirse este año, afectando la producción de 13 hidroeléctricas y la disponibilidad de energía limpia.
Este panorama subraya la urgente necesidad de diversificar y descentralizar nuestra matriz energética, actualmente dependiente en más del 90% de hidroeléctricas y termoeléctricas a gas natural, situadas en Lima y el centro del país.
Diversificar nuestras fuentes de generación de electricidad no solo asegura la estabilidad del suministro, nos prepara para enfrentar eventos climáticos extremos y la indisponibilidad de recursos fósiles agotables. Además, se reduce el impacto de fallas en el transporte, considerando que todo el gas natural del que dispone el Perú proviene de un solo yacimiento y se traslada por un único ducto.
En el Perú, el Proyecto de Ley N.° 4565 busca precisamente ampliar esta diversidad energética al permitir que las energías renovables compitanen en las licitaciones de compra de energía sin limitaciones regulatorías. “La ley actual no responde a los avances tecnológicos y se ha convertido en una barrera que impide la competencia y el ingreso de nuevos competidores renovables”, explica Brendan Oviedo, presidente de la Asociación Peruana de Energías Renovables (SPR)
Sin embargo, detractores del proyecto argumentan que la integración de estas tecnologías podría aumentar los costos debido a la necesidad de inversiones en infraestructura de transmisión y almacenamiento. Pero estas afirmaciones carecen de sustento técnico real. Por el contrario, el Osinergmin ha advertido que las limitaciones que hoy la ley impone a la generación con recursos renovables obligarán a usar centrales de diésel para atender la demanda eléctrica, lo que incrementará la tarifa de los usuarios. Producir con diésel es diez veces más costoso que usar energías renovables, por eso solo se emplea en casos de emergencia. Los únicos que saldrán ganando con la escasez de energía limpia y barata serán los importadores de diésel y los dueños de esas centrales.
Fuente: Minería y Energía
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