Se prevé que los desechos de los primeros módulos solares se conviertan en un desafío cuando cumplan su vida útil, cerca de 2030. A nivel local ya se analizan algunas soluciones para estos residuos, que en muchos países están causando grandes dolores de cabeza.
La transición de los combustibles fósiles a las energías renovables, como la solar, ha abierto un halo de esperanza en países como Chile. Pero en un futuro, no muy lejano, los residuos de los módulos fotovoltaicos podrían ocasionar un nuevo dolor de cabeza debido a que contienen componentes tóxicos para el medioambiente. “Es una realidad relativamente nueva, ya que apenas algunos paneles solares se están comenzando a convertirse en desechos en Europa”, explica Iván Rosas, magíster en Ciencias de la ingeniería eléctrica de la Universidad de Chile, a Pulso La Tercera.
La Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena, por sus siglas en inglés) estima una producción mundial de hasta ocho millones de toneladas de desechos acumulados en 2030, cuando está previsto que los primeros módulos cumplan su vida útil (25 a 30 años); de los cuales unos 40.000 serían generados en Chile. Estas cifras se multiplicarían casi por 10 al término de 2050.
“En general, el problema está en que estos desperdicios lleguen a contaminar al agua, porque contienen plomo y si este, aunque sea en mínima cantidad, entra en contacto con el agua, empieza a expandirse muy rápido, siendo tóxico para la salud”, advierte Rosas, quien realizó una tesis sobre modelos de optimización de residuos fotovoltaicos en el país.
El ingeniero expone como posibles soluciones el reciclaje de los paneles solares, lo que considera un proceso costoso, o su reutilización en otros ámbitos. “Creo que la mejor forma en que podemos utilizar estos paneles es pensar en su reutilización. Si bien las garantías de degradación lineal son de 25 años, después de ese período los paneles siguen operando. Un buen plan podría ser generar una metodología para recertificar módulos y luego ocuparlos en otros lugares como escuelas, hospitales y especialmente zonas rurales de bajos recursos, que muchas veces no tienen acceso de energía eléctrica”, detalla.
Fuente: La Tercera
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