El Observatorio de Calar Alto está en España, en plena sierra de Los Filabres (Almería), en un lugar desde el que se contempla uno de los cielos más limpios de Europa. Allí se han propuesto crear una “isla energética” que dependa exclusivamente de fuentes renovables, principalmente procedentes de una caldera de biomasa que sustituya a la actual de gasóleo y de placas fotovoltaicas que favorezcan el autoconsumo. Australia y Chile también cuentan con observatorios astronómicos con renovables.
“Con la implementación de la isla energética de Calar Alto pretendemos ser un referente mundial para otros observatorios profesionales como modelo de gestión que ayude al medio ambiente, con una reducción estimada de ciento sesenta toneladas de dióxido de carbono al año y la consecuente optimización de los gastos asociados”.
Jesús Aceituno, director del observatorio e investigador principal del proyecto, resume así los objetivos ambientales que se pretenden conseguir con una iniciativa que cuenta con financiación del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) y del programa de ayuda a Infraestructuras Científicas Técnicas y Singulares (ICTS) del Ministerio de Ciencia e Innovación.
El Observatorio de Calar Alto, considerado el mayor observatorio óptico de Europa continental y uno de los motores de la astrofísica española, está ubicado en la sierra de Los Filabres, a una altura de más de dos mil cien metros. Según comentan desde esta institución, “el observatorio afronta una considerable demanda energética derivada de su situación en alta montaña y de sus características tecnológicas”.
Para cubrir de la manera más eficiente y limpia esa demanda está previsto instalar una caldera de biomasa que sustituya el uso de gasóleo para calefacción y agua caliente, un sistema de producción de electricidad a partir de placas fotovoltaicas y la sustitución también de los vehículos actuales del observatorio por coches eléctricos.
“El uso de biomasa supondrá un ahorro anual de treinta y tres mil euros con respecto al coste actual, lo que se sumará al ahorro que implicará el autoconsumo a través del sistema de placas fotovoltaicas, que cubrirán las necesidades de las instalaciones en los periodos diurnos, que constituyen los más costosos de las tarifas energéticas”, aseguran desde Calar Alto.
También afirman que “con la implementación de estas medidas se evitan las pérdidas debidas al transporte de energía, se aumenta la independencia de las compañías eléctricas y se reducen las emisiones de dióxido de carbono generadas en las centrales productoras”.
Renovables en condiciones climatológicas extremas
Marco Azzaro, gestor del proyecto, añade que “buscamos, por un lado, optimizar la manera en que consumimos y producimos energía en el observatorio y, por otro, demostrar que es posible garantizar el suministro energético en condiciones climatológicas extremas en una instalación de alta tecnología, en alta montaña”.
Calar Alto tiene en quién fijarse en cuando a renovables implantadas en observatorios ubicados en lugares con condiciones climatológicas extremas. La central solar La Silla, localizada en el límite del desierto chileno de Atacama, a unos mil ochocientos metros de altitud, cubre la mitad de las necesidades energéticas del cercano Observatorio Europeo Austral. En Australia, el Murchison Radio-Astronomy Observatory también se alimenta principalmente con solar fotovoltaica.
Con un perfil más pedagógico, el Centro de Naturaleza y Desarrollo Sostenible en Les Planes del Son (Lleida) cuenta con el observatorio MónNatura Pirineus, cuyas instalaciones disponen de una caldera de biomasa abastecida con residuos forestales locales combinada con captadores solares térmicos. El sistema aporta calor y agua caliente sanitaria a todas las instalaciones del centro, observatorio incluido. Fuente: energías-renovables.com
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