La demanda de energía eléctrica se contrajo 3,2% durante 2019 en Mendoza. Los grandes usuarios mayores (sector empresario) consumieron 2,3% menos que en 2018, mientras que los residenciales registraron una baja del 4,5%.
Aumentos de las facturas, caídas en los niveles de actividad y cambios en los hábitos de consumo, son algunas de las causas que explican por qué, después de quince meses con variaciones acumuladas positivas (entre septiembre de 2017 y noviembre de 2018), la demanda global anual mostró valores negativos desde diciembre de 2018 hasta el último mes del año pasado.
Según los datos del Ente Provincial Regulador Eléctrico (EPRE), la electricidad facturada a usuarios mendocinos de enero a diciembre de 2019 fue de 5.152.306 Mwh, un 3,2% menos que lo registrado en el mismo periodo del año anterior (5.325.167 Mwh).
Demanda por categorías
El EPRE analiza la venta de energía eléctrica según la clase de usuario. Los “residenciales” y “generales” redujeron su demanda en un 4,5% y un 4,4% respectivamente, mientras que la demanda de “alumbrado público experimentó una baja del 1,4%.
Por su parte, los usuarios de riego agrícola experimentaron una baja del 3,8% en el año 2019 con respecto a los datos del año anterior, y las “grandes demandantes” redujeron el uso un 2,4% en el mismo periodo.
Actividad económica
El EPRE agrupa a los “grandes demandantes” de acuerdo a la actividad económica que desarrollan. Para dar mayor claridad al estudio, monitorea los nueve sectores contemplados por los organismos oficiales en la medición del Producto Bruto Geográfico (PBG).
Entre todas las actividades económicas, solo la “explotación de minas y canteras” (1,2%) y “electricidad, gas y agua” (7,1%) aumentaron sus demandas. En tanto, la “construcción” no mostró ningún tipo de cambio.
Los seis rubros restantes redujeron su consumo eléctrico: agropecuario (-2,5 %), comercio, restaurantes y hoteles (-6,2 %), transporte y comunicaciones (-0,3 %), establecimientos financieros (-9,2 %), servicios comunales, sociales y personales (-1,2%) e industrias manufactureras (-4,2%).
Al agrupar los sectores se puede ver que el que mayor participación tiene en el consumo es el de “industrias manufactureras”. Ese rubro es el que reúne a actividades como fraccionamiento de vinos, refinería de combustibles y metalmecánica.
Para Pedro Bizzotto, presidente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Mendoza (Asinmet), indudablemente el dato está ligado a la caída de la actividad de la metalmecánica que hoy cuenta con un porcentaje de capacidad ociosa del 40% a nivel nacional y que, en Mendoza supera el 50%.
Para Julio Totero, vicepresidente de la misma entidad, se dieron dos factores que influyen en la demanda de energía y que son “los responsables de la reducción del consumo”; en primer lugar, la caída de la actividad, y en segundo, “el costo de la energía llegó a impactar tanto en la estructura de costos que muchas empresas ingresaron a los programas de eficiencia energética”.
El sector primario (agropecuario, junto con minas y canteras) tienen un 33% de participación en el PBG y experimentó una suba de 0,7%, impulsada por la rama “extracción de petróleo crudo”, pero si se tiene en cuenta la demanda del “riego agrícola”, en el año 2019 los usuarios la redujeron en un 3,8% con respecto al año anterior, fruto de las temperaturas moderadas experimentadas en los últimos meses de 2018 y los primeros meses de 2019.
En lo que respecta al rubro de “comercio, restaurantes y hoteles”, el titular de la Unión Comercial e Industrial de Mendoza (UIM), Daniel Ariosto, explicó que la retracción responde a que hubo meses en los que la actividad sufrió los efectos de la devaluación y la crisis en Chile, aunque reconoció que “también indicó una optimización de las técnicas de cuidado del consumo”.
“La situación mejoró al final de 2019 y en el primer bimestre del 2020, pero el coronavirus ha vuelto a complicar el panorama para los próximos meses”, lamentó.
El consumo en los hogares
La Asociación Consumidores Mendocinos mide la “pobreza energética”, que implica que una familia debe destinar más del 10% de sus ingresos disponibles al pago de tarifas, y de acuerdo con la última medición, cuatro de cada diez mendocinos entra en esa categoría.
La titular de la ONG, Gisela Lamberti, opinó que la caída de la demanda no responde únicamente al cuidado del medio ambiente, sino que en mayor medida se da porque “los salarios no acompañaron a la inflación, ni al aumento de las tarifas”.
“Hace un año atrás presentamos los datos de pobreza energética, y 2019 no fue mejor a 2018, las tarifas siguieron subiendo y lógicamente, algunas familias incluso dejaron de pagar y afrontaron cortes por 10, 15 o 20 días”, comentó.
De acuerdo con Lamberti, “en general las familias más humildes son hogares en los que resulta más difícil ahorrar energía, porque no pueden comprar focos led, electrodomésticos de última generación y con mayor eficiencia, y para ahorrar, simplemente desenchufan y disminuye su calidad de vida”. Fuente: Los Andes