Los vientos que soplan a lo largo de la costa atlántica argentina han cautivado durante mucho tiempo a la industria energética.
Desde 2016, miles de millones se han inyectado en el atribulado país mientras las generadoras trabajan para aprovechar esas famosas ráfagas de viento y las condiciones solares de clase mundial. La energía limpia atrajo la misma cantidad de dinero que gastó el gigante petrolero estatal YPF SA en campos de shale, considerados la gallina de los huevos de oro para que Argentina alcance una economía más fuerte.
Pero ahora las esperanzas de un futuro impulsado con energía eólica se fueron desvaneciendo a medida que el experimento proinversión de Macri se derrumbó en otro episodio de crisis financiera y hay un regreso al intervencionismo bajo el gobierno del nuevo presidente, Alberto Fernández. El pesimismo se deriva no solo de las políticas ya implementadas en las primeras semanas de Fernández en la presidencia, sino también de precedentes en varios otros países donde los cambios de gobierno ponen freno al desarrollo de energía limpia.
Las esperanzas de un futuro impulsado con energía eólica se están desvaneciendo a media que el experimento pro-inversión de Macri se derrumbó en otro episodio de crisis financiera y hay un regreso al intervencionismo bajo el gobierno del nuevo presidente, Alberto Fernández
“Parece menos probable que el gobierno fomente el desarrollo privado en el mercado eléctrico”, escribió en un informe Natalia Castilhos Rypl, analista para Sudamérica de BloombergNEF. Eso haría que las ambiciosas metas renovables “se alejaran todavía más”, dijo.
Varios factores están avivando los temores de que la energía limpia sea una de las víctimas de la caída del mercado libre. Para empezar, Fernández ha intensificado los controles de capital y se prepara para renegociar decenas de miles de millones de dólares de deuda soberana, conduciendo a una industria que depende de las finanzas mundiales para que se prepare para lo peor.
La nueva administración también congeló el costo de la electricidad durante seis meses mientras busca un nuevo marco de precios después de que Fernández hiciera campaña prometiendo una “desdolarización” de los servicios públicos, lo que aumenta el temor de que intervenga en los términos de los acuerdos de compra de energía. Eso sería desastroso para proyectos renovables, ya que la prolongada estabilidad que proporcionan los acuerdos de compra de energía a menudo son el catalizador para obtener la luz verde de los inversores.
La oficina de energía renovable del gobierno -que organizó subastas durante el mandato de cuatro años de Macri que recaudaron US$5.400 millones en inversión, contra los solo US$395 millones en los cuatro años anteriores- también puede perder su rango al fusionarse en un departamento de energía más amplio. Si bien el futuro de la oficina aún es incierto, la mera posibilidad de que se rebaje genera una fuerte sospecha de que las energías renovables -y nuevas subastas- no son una prioridad. Fuente: Bloomberg – Infobae.