Los microplásticos son los nuevos contaminantes, originados a partir del avance de las tecnologías que, a la vez que evolucionaron para mejorar nuestras vidas, han acelerado los procesos de contaminación. Los plásticos, los agroquímicos, productos de cuidado personal, cosméticos, hormonas, antibióticos, y otros medicamentos son algunos de aquellos adelantos, que se lavan en los océanos y se expulsan por el aire.
Llegan a nuestro cuerpo desde el pescado que consumimos hasta las aguas minerales envasadas más caras del mundo. En promedio ingerimos 5 gramos de plástico cada semana, lo cual es equivalente a una tarjeta de crédito. Todavía no conocemos los efectos en el ser humano, pero sí sabemos que pueden ser portadores de otros contaminantes. No obstante, nuevos estudios científicos dan cuenta de un impacto positivo de los microplásticos. Esto es en los sistemas terrestres, específicamente en la agricultura.
El consumo de agua mundial promedio se reparte entre un 80% para la agricultura; 10% para la industria y el 10% restante para consumo humano. Tratar nuestros efluentes y reutilizar esta agua para riego, industria o mismo para fines potables, podría impactar en detener la contaminación producida por residuos líquidos, tener más agua disponible y a partir de algunos de los subproductos del tratamiento mejorar la producción agrícola, al igual que sucede en países como España e Israel, que han sabido crecer en este sector generando agua a partir del reúso de efluentes.
Las plantas de tratamiento de aguas residuales eliminan en forma bastante eficiente los microplásticos de mayor tamaño, atrapando las partículas en el lodo (descarte sólido de este proceso). Al descartar este efluente tratado todavía continuaríamos contaminando el ambiente, ya sea con los más pequeños, que escaparon al tratamiento como con otros contaminantes que pasan de largo por este tipo de plantas como si ellas no existiesen.
El paso siguiente y el más complicado de asimilar es la potabilización o reúso de los efluentes, en su mayoría agua. Se puede obtener agua potable para consumo o uso industrial y un descarte mínimo que debe disponerse según su procedencia. Países como Singapur consumen agua potable producida a partir de sus propios efluentes (reúso directo). Para esto deberemos superar la barrera cultural en una sociedad que no está acostumbrada y empezar a consumir agua de esta fuente, aunque sea algo que venimos haciendo por años.
En el ciclo natural, el agua de una laguna con presencia de efluentes que se evaporó para convertirse en nube, seguro fue a parar a nuestro café de la mañana, porque el planeta tiene el mismo agua desde que existe, sólo que se renueva por acción del ciclo así como ahora podemos hacerlo con las tecnologías.
Ahora, científicos han descubierto que los microplásticos cambian el crecimiento de los cultivos agrícolas. Los suelos agrícolas en realidad podrían contener más de estos que las cuencas oceánicas.
Según un informe presentado por la Ph.D. Linh Anh Cat en ciencias biológicas del Instituto de Oceanografía de San Diego, California, “por cada kilogramo de suelo, puede haber más de 40.000 partículas microplásticas. La mayoría de estas partículas son fibras (hasta 92%). El resto son generalmente fragmentos (alrededor del 4%). Ambos tipos son microplásticos secundarios, lo que significa que provienen de desechos plásticos más grandes que se descomponen en el medio ambiente. Los primarios son pequeñas perlas o gránulos generalmente producidos para aplicaciones industriales. Estos podrían liberarse accidentalmente, pero en este momento no son la fuente principal en el medio ambiente” .
Un nuevo estudio publicado en mayo de este año explora su impacto en los sistemas terrestres, específicamente en la agricultura. “Los investigadores estaban interesados en los cambios en el suelo, los microbios y las plantas expuestas a los microplásticos. Agregaron diferentes tipos de los mismos al suelo: perlas de poliamida (un microplástico primario), fibras de poliéster (el tipo más común de tipo secundario) y cuatro plásticos diferentes en forma de Fragmenta (otro secundario)”. Lo hicieron “en una concentración similar a la de los suelos expuestos a altos niveles de actividad humana. Luego, cultivaron puerro o cebollas largas en el suelo con y sin los diferentes tipos de microplásticos.
Esto es lo que encontraron los científicos: el crecimiento de las plantas, así como la actividad microbiana, pueden mejorarse mediante la presencia de microplásticos”, particularmente fibras de poliéster. No obstante, aclaran que “se necesita más investigación” antes de saber si esto es válido para otros cultivos en diferentes regiones”.
Otro estudio, llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad Anglia Ruskin en Reino Unido, muestra que “la presencia de microplásticos puede detener el crecimiento de las lombrices de tierra e incluso hacer que pierdan peso, lo que podría tener un grave impacto en el ecosistema del suelo”, si bien las razones de la disminución de su peso aún están en estudio.
Según Linh Anh Cat: “Las fibras de plástico son, sin duda, el tipo más común de microplástico en los suelos. Tanto las perlas de poliamida como las fibras de poliéster aumentaron la actividad metabólica microbiana general. Las fibras incrementaron la colonización de las cebollas por hongos beneficiosos, llamados micorrízicos arbusculares. Estos intercambian nutrientes con su planta huésped a cambio de azúcares y otros compuestos de carbono que necesitan para crecer. Cuando las fibras de plástico estaban en el suelo, había más de estas estructuras utilizadas para intercambiar compuestos entre los hongos y la planta. A su vez, las fibras de poliéster y otros tipos de microplásticos aumentaron el crecimiento de bulbos y raíces de las cebollas. La disponibilidad de agua en el suelo fue mayor cuando se trató con microplásticos, aunque este efecto se redujo por la presencia de plantas”.
Además de la correcta disposición de los residuos sólidos, reciclar y fomentar evitar los plásticos de un solo uso, debemos poner el foco de atención en los remanentes líquidos de los procesos humanos. Tratarlos y sacar provecho de esta agua puede generar un resultado positivo tanto para ponerle un freno a la contaminación como para confrontar la escasez hídrica y emplear de algunos de los subproductos del tratamiento generando un impacto positivo en la producción agrícola.
Fuente: La Nación – El autor es director de la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso de Agua (ALADYR) y vicepresidente de la International Desalination Association (IDA).
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