Las velocidades diarias promedio del viento están aumentando en gran parte del mundo después de aproximadamente 30 años de desaceleración gradual, algo que supone un impulso para la energía eólica, según sostiene un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Princeton (Estados Unidos).
En el estudio, publicado en la revista científica ‘Nature Climate Change’, se muestra que las velocidades medias de los vientos superficiales de la Tierra disminuyeron constantemente durante tres décadas consecutivas a partir de finales de la década de 1970 y que en los últimos diez años se han recuperado, aumentando aproximadamente un 7% desde 2010.
Esta caída de la velocidad del viento se achacaba a que la construcción de edificios, áreas metropolitanas y campos de turbinas eólicas había creado una barrera antinatural en la superficie de la Tierra que amortiguaba los vientos.
No obstante, Zhenzhong Zeng, investigador de Princeton y autor principal del estudio, y su equipo han descubierto que el incremento de la velocidad del viento se debe a cambios en las tendencias climáticas naturales, como la Oscilación del Atlántico Norte (NAO), en la que los cambios en la presión del aire sobre el océano impulsan las tendencias climáticas en grandes partes de América del Norte y Europa.
La preocupación de que la “paralización” en la velocidad del viento se debiera a la urbanización, o incluso al desarrollo de los parques eólicos en sí, parece haber sido exagerada”, ha señalado a Marshable John Dabiri, profesor del Instituto de Tecnología de California que investiga la energía eólica y la dinámica de fluidos.
Los datos del estudio muestran que las velocidades del viento disminuyeron en aproximadamente un 2,3% por década a partir de 1978, desde 2010 las velocidades del viento han aumentado a un ritmo casi tres veces más rápido. Zeng y sus colegas usaron métodos estadísticos para probar asociaciones entre variaciones en la velocidad del viento y una variedad de oscilaciones bien caracterizadas de la atmósfera oceánica.
Estos resultados suponen una buena noticia para el desarrollo de la energía eólica. Según Dabiri, los parques eólicos potenciales, que antes se pensaba que eran de calidad marginal y no merecía la pena invertir en ellos, podrían ser parques eólicos productivos, ya que la “paralización” de los vientos no es un fenómeno que vaya a persistir, sino más bien un ciclo natural.
Como ejemplo, los investigadores calcularon que una turbina eólica típica que recibe el viento promedio mundial habría producido aproximadamente un 17% más de energía en 2017 que en 2010. Y utilizando índices climáticos para proyectar futuras velocidades del viento, predijeron un aumento del 37% para 2024. “Predecimos que la tendencia creciente de la velocidad del viento continuará durante 10 años, pero también señalamos que debido a que esto es causado por las oscilaciones de la atmósfera oceánica, tal vez una década más tarde se revertirá nuevamente”, ha añadido Zeng.