A nivel mundial, la actividad portuaria ya mide su nivel de impacto ambiental y social. Operar de manera sostenible implica que, tanto la gestión pública como la privada, generen planes de mejoramientos en infraestructura y rigurosos procedimientos de control de las operaciones.
Así, por ejemplo, desde el Puerto de Buenos Aires, que concentra el 60% de las operaciones portuarias de contenedores del país, se está trabajando en un Plan de Modernización capaz de adaptarse a las necesidades de los próximos años de manera sustentable, sostenible y segura.
Explica Ramiro López Saubidet, gerente de Coordinación de Gestión Operativa de AGP que “todas las obras que se están desarrollando cuentan con los estudios de impacto ambiental según la legislación vigente. Se está realizando un estudio de impacto ambiental de todo el plan”.
En los últimos tres años el Puerto de Buenos Aires adhirió a las normas ISO 9001, ISO 14001 y a varios programas y acuerdos internacionales que incentivan el cuidado del ambiente. Además, destacan desde la gerencia, que “hemos avanzado en la implementación de paneles solares en nuestras instalaciones: edificios y boyas, utilizamos autos eléctricos, incentivamos al equipo portuario a trasladarse en bicicleta dentro de la jurisdicción. Tenemos un sistema de gestión de basura certificado con el Sello Giro del Gobierno de la Ciudad y trabajamos con recicladores urbanos de distintas cooperativas que recuperan gran parte del material que se desecha”.
Otro de los puertos que desarrolla acciones con foco en la sustentabilidad es el Complejo Portuario de Bahía Blanca, importante eslabón de entrada y salida de la producción argentina. Explica Alberto Carnevali, gerente de Operaciones, que trabajan en paralelo con diferentes programas e iniciativas, todos ellos con el objetivo en común de crear condiciones de operatividad que prioricen la calidad de vida y el cuidado del entorno.
El Programa White 2020 y el Plan estratégico 2040 (que sigue los lineamientos del Puerto de Roterdam, modelo a seguir) incluye el pilar “ambiente y sustentabilidad”, en el cual se describe la transición energética hacia economías con cero emisiones de CO2, “el uso intensivo de productos de la bio-industria y el predominio de energías renovables está en pleno proceso; para 2040, las actividades industriales que aún producen CO2 tendrán instalados dispositivos para capturar CO2 y evitar que éste llegue a la atmósfera. Ese CO2 capturado será reutilizado en forma beneficial. Además, detallan en un informe reciente, “la economía circular será la estrategia que regirá los procesos productivos hacia 2040 y, entre ellas se destacan los procesos de la bio-industria, que complementan la producción de combustibles.”
Recientemente el Puerto de Montevideo logró clasificar dentro la certificación de EcoPort como un “puerto verde” y se convierte así en un ejemplo cercano de compromiso. A nivel local, aún no está previsto en las agendas de los principales puertos aspirar a este tipo de clasificaciones, pero las distintas acciones emprendidas en cuestiones de sustentabilidad indican que, aunque lentamente, se avanza hacia una mayor conciencia y eficiencia. “Es necesario que los puertos de América seamos cada vez más competitivos a nivel internacional, esto genera nuevos mercados, impulsa los ya existentes y promueve el crecimiento de las economías de toda la región”, destacan desde el Puerto de Buenos Aires.
Desde Bahía Blanca explican que un puerto sustentable es también aquel con menor impacto lumínico, sonoro y sobre la calidad del agua y del aire.
“Bahía Blanca es reconocido como uno de los complejos portuarios más sustentable de América del Sur, porque atrae a las industrias y líneas navieras que comparten valores semejantes en materia de protección y cuidado ambiental”.
La huella de carbono es abordado en este puerto, que logró certificar la ISO 14000, de manera integral “no es solo una cuestión medioambiental; también afecta a la competitividad de las empresas. Aunque hasta ahora su cálculo no es obligatorio, las administraciones públicas empiezan a fomentar su aplicación.
El mercado está empezando a exigir este tipo de información”, enfatiza Miguel Donadío, presidente del Consorcio de gestión del Puerto de Bahía Blanca en un informe reciente, y resalta que “en términos económicos la Huella de Carbono se puede convertir en uno de los instrumentos de los países importadores para seleccionar qué productos comprar”. Según expresa la nota de la Fundación Nuestro Mar y del Cronista.