Un equipo de investigación formado por científicos de la Universidad de Huelva (UHU) y técnicos de la Agencia de Medio Ambiente y Agua (Amaya) de la Junta de Andalucía ha propuesto el uso de materiales de bajo costo y sostenibles, como espuma de azucarera –residuos procedentes del refinado de la remolacha– o cenizas de biomasa, para alcalinizar suelos ácidos afectados por la actividad minera.
El estudio se ha realizado en el actual complejo de cementación de Las Viñas (Sotiel Coronada, Calañas), localizado en terrenos anexos a una mina abandonada parcialmente recuperada y situada en la cuenca de drenaje de la futura presa de Alcolea, según ha informado la universidad en una nota de prensa.
Desde tiempos prehistóricos la Faja Pirítica Ibérica ha sido centro de actividad minera para distintas civilizaciones. Durante siglos, los procedimientos para la obtención de cobre principalmente han supuesto una importante factura ambiental en el territorio.
Esta intensa actividad milenaria ha dejado un legado de enormes volúmenes de residuos ricos en sulfuros e instalaciones a cielo abierto o subterráneas inundadas en más de cien minas abandonadas. Se calcula que cerca de 4.800 hectáreas de este cinturón pirítico que se extiende desde las proximidades de Sevilla al sur de Lisboa están ocupados por enormes pilas de roca de desecho, cortas o depósitos de lodos.
La exposición al medio ambiente de estos materiales ricos en sulfuro provoca un proceso denominado Drenaje Ácido de Minas (AMD), donde estos desechos mineros ayudan a la formación de aguas ácidas, ricas en sulfatos y metales pesados, aguas contaminadas que llegan a los cursos de los ríos ubicados en sus inmediaciones. El Tinto y el Odiel, desde su nacimiento hasta su desembocadura en la ciudad de Huelva, son un ejemplo de acidificación como consecuencia de la actividad minera.
Así, según un estudio publicado en 2007 por el catedrático de la UHU José Miguel Nieto, el impacto de estas actividades se evidencia por el “deterioro de la calidad de las aguas de estos dos ríos “al transportar grandes cargas metálicas, tales como hierro (7.900 toneladas/año), aluminio (5.800 toneladas/año), zinc (3.500 toneladas/año), cobre (1.700 toneladas/año) y manganeso (1.600 toneladas/año). Por este motivo, los investigadores consideran imprescindible “analizar, tratar y recuperar los terrenos abandonados para evitar problemas ambientales más graves”.
Uno de estos espacios deteriorados es el conocido como Las Viñas que procesó (desde 1909), mediante la técnica de cementación, minerales de sulfuro extraídos en las minas de Sotiel y Tinto Santa Rosa para obtener cobre. La cementación consistía en disolver el producto bruto obtenido al aire libre con aguas ácidas y que se vertían directamente al río Odiel. La actividad paró en la década de los sesenta, pero el drenaje ácido siguió surtiendo un efecto pernicioso en el medio.
Así, la Junta de Andalucía realizó actuaciones entre 2009 y 2010 pero no fueron completamente efectivas. “Esta área contaminada es estéril y apta para una especie resistente a condiciones extremas, como la Erica andevalensis”, comentan los expertos.
La construcción de la presa de la Alcolea, con una capacidad de 274 hm3, en una zona próxima a la presencia de este complejo minero, ha llevado a la UHU y la Junta a estudiar la recuperación de estos suelos con técnicas de bajo coste y respetuosas con el medio ambiente. Así lo describen en un artículo que saldrá publicado el próximo mes de febrero en la revista Chemosphere bajo el título ‘Assessing the quality of potentially reclaimed mine soils: Environmental implications for the construction of a nearby water reservoir’.
“El objetivo de esta investigación ha sido caracterizar estos suelos para evaluar su potencial impacto ambiental, especialmente en la calidad del agua del futuro embalse”, han indicado los investigadores quienes han añadido que “la ausencia de vegetación puede aumentar las tasas de liberación de contaminantes y transporte de partículas durante episodios de lluvia que podrían afectar a la calidad de las aguas del embalse”.
Los investigadores tomaron hasta 38 muestras de suelos y los resultados evidenciaron una acidez extremadamente alta (pH de 3.4 y acidez potencial máxima de 47 kg de carbonato cálcico (CaCO3)/tonelada), con altas concentraciones de elementos traza, especialmente arsénico, plomo y cobre.
Por otro lado, los datos de extracción secuencial –ensayos que se realiza en laboratorio para conocer la movilidad de contaminantes en diferentes condiciones de meteorización– revelan la posible liberación de cantidades significativas de manganeso, cadmio, cobre y otros contaminantes fácilmente solubles por las lluvias, “lo que podría poner en peligro la calidad de las aguas del embalse”.
Tras el estudio, los investigadores concluyen que se deben adoptar medidas de remediación, enfocadas a la limpieza y el encalado de los suelos para promover la colonización y la sucesión de vegetación, evitando así la erosión del suelo y limitando la liberación de metales pesados a la hidrosfera. Entre otras, el artículo propone la aplicación de residuos alcalinos, como una espuma procedente del refinado de azúcar (a partir de remolacha), cenizas de combustión de biomasa y cenizas volantes de combustión de carbón.
Fuente: Andaluciainformacion.es