El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, y el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodriguez Larreta, presentaron este viernes las dos primeras unidades de colectivos, uno de la línea 132 y otro de la 91, que funcionarán con biodiesel puro, B100.
La iniciativa forma parte de un programa piloto de movilidad sustentable llevado a cabo en forma conjunta entre la Ciudad y el gobierno nacional. Próximamente, se incorporarán dos unidades que funcionarán a gas natural licuado (GNL) y 8 unidades eléctricas.
Dietrich destacó que se evaluarán las tres alternativas en cuanto a sus prestaciones, sus costos y las emisiones asociadas. Por su parte, Rodriguez Larreta indicó que se trata de un paso muy importante. “Apostamos fuerte al transporte público cuidando el medio ambiente con tecnologías modernas, que además tienen menos contaminación sonora”, agregó.
Buenos Aires es la tercera ciudad argentina que se suma a la movida de transporte público sustentable impulsado por biodiesel. La misma, tuvo su origen en el seno de la Secretaría de Estado de Energía de la provincia de Santa Fe, a través de la “Experiencia BioBus”, donde unas 400 unidades de la ciudad de Rosario funcionan con biodiesel desde julio. La iniciativa fue luego replicada en la ciudad de Salta.
No resulta casual que las dos unidades impulsadas por biodiesel que circularán por los barrios porteños han sido provistas por Scania y Agrale. La firma sueca viene demostrando un gran compromiso con la movilidad sustentable, teniendo homologados varios motores para funcionar con biocombustibles puros. En el caso de Agrale, se trata de una compañía reconocida por su innovación y alta productividad, nacida como una fábrica de tractores y que hoy se ha expandido al mercado del transporte urbano.
El biodiesel será provisto por la firma Explora, cuya fábrica está radicada en la ciudad santafecina de Puerto San Martín, muy próxima a Rosario.
Menos gases de efecto invernadero
Se trata de un combustible limpio, compuesto en este caso por 90% de aceite de soja, un subproducto de la elaboración del principal producto exportable argentino: la harina de soja. Por su origen vegetal, se ubica en el segmento de los combustibles renovables. La acción de la fotosíntesis convierte el dióxido de carbono del aire en oxigeno durante el proceso de crecimiento vegetativo de la planta de soja, capturándolo en proporciones mucho mayores a las que serán emitidas por el biodiesel durante su combustión. El balance final da una reducción en los gases de efecto invernadero del 80% respecto al gasoil fósil, un valor que ni siquiera la movilidad eléctrica europea está en condiciones de alcanzar.
La joven industria nacional de biodiesel ha tenido un crecimiento formidable en sus 12 años de historia. Se ha complementado de forma excelente con el polo agroindustrial, aportando un eslabón más a la cadena de valor de la soja más competitiva del mundo. Cuenta con una capacidad instalada de casi 4,5 millones de toneladas (una cuarta parte del consumo nacional de gasoil) distribuidas en más de 35 plantas en 6 provincias y se ha convertido en el principal exportador a nivel mundial, a pesar de las trabas arancelarias que han impuesto la Unión Europea, Estados Unidos y Perú.
Del proceso de elaboración de biodiesel también se obtiene glicerina, un insumo muy demandado en las industrias de farmacéutica, de cosmética y alimenticia, entre otras. Antes del desarrollo de este biocombustible, la glicerina provenía de fuentes fósiles. Hoy es toda renovable, originada a partir de aceites vegetales y su precio ha descendido a la mitad. Argentina, gracias a la industria de biodiesel, también se ha posicionado como el principal proveedor a nivel mundial de este producto.
El biodiesel puede obtenerse de otros productos, como el aceite de cocina usado o de otras fuentes de ácidos grasos. Sobre este punto se encuentra trabajando Explora, donde están muy cerca de poder elaborar el biocombustible a partir de compuestos recuperados del proceso de tratamiento de aguas residuales.
Fuente: Clarín Rural