Uruguay genera aproximadamente 10 millones de toneladas anuales de residuos de las actividades forestales y agrícolas, biomasa que podría ser empleada para generar distintos productos. Ese es uno de los principales datos surgidos de una investigación del Instituto de Ingeniería Química de la Facultad de Ingeniería, que se anticipó en la feria Ingeniería de Muestra.
“Pocos de estos residuos son aprovechados actualmente, y en caso de serlo prevalecen los usos de bajo valor agregado (por ejemplo, quema). Nuestro proyecto busca valorizar estos residuos y generar industria local” afirman las responsables en el texto de presentación. En Uruguay, la biomasa que se utiliza ahora se destina a producir, electricidad, biodiésel, etanol y biogás. Es decir, se la convierte en fuentes de energía.
La investigación apunta a que hay mayor potencial en la biomasa generada en todo el país, que consiste en rastrojos de soja, pellets de madera, cáscaras de arroz, suero de queso y otros, y que puede ser convertida en productos comercializables como solventes, plásticos, combustibles, ceras, nylon, PET (el polímero con que se hacen las botellas descartables), PVC y resinas.
“Si bien a partir de la biomasa no vas a tener exactamente el mismo nylon, va a ser muy similar y para el consumidor no habrá diferencia”, afirma Ana Inés Torres, una de las investigadoras.
“Disponemos de toda la biomasa que querramos”, agrega Torres.
“Del análisis que hicimos, concluimos que tenemos suficientes residuos para más de una biorefinería. La pregunta que surge es ¿Uruguay tiene experiencia para transformar esa biomasa en ese producto? ¿El producto se usaría en el país o se podría vender? Hoy en día Uruguay importa muchísimos polímeros para producir algunos de estos productos, a pesar de que tenemos toda esa biomasa disponible”.
Mapeo por zona
El equipo de investigadores mapeó las grandes zonas de producción de biomasa y sus tipos, como forma de establecer zonas en las que podrían instalarse biorefinerías, plantas industriales análogas a las refinerías de petróleo. Los rastrojos de cultivos, por ejemplo, se concentran en el litoral y suroeste del país, cosa que abre la puerta a su posible transporte fluvial.
Los residuos forestales aparecen más concentrados en Paysandú, Río Negro, Rivera y Tacuarembó y en menor medida entre Rocha, Maldonado y Lavalleja. La cáscara de arroz está focalizada en el oeste del país y los residuos sólidos urbanos aparecen sobre todo en la zona metropolitana de Montevideo.
De todos los residuos estudiados, son los rastrojos de soja los que aparecen en mayor cantidad. Sin embargo, los residuos sólidos urbanos y el suero de la leche son los que tienen mayor concentración geográfica, por lo que presentarían menos costos logísticos para su transporte y procesamiento.
Por otra parte, aseguran, los residuos de frigoríficos, ricos en proteínas, son una posible materia prima para “productos de muy alto valor agregado”.
“Básicamente, todo lo que ves a tu alrededor, que se obtiene de petróleo, también se puede obtener de biomasa. Cuando se empezaron a desarrollar las biorefinerías, Uruguay no tenía esa tecnología, pero ahora con los conocimientos que hay sobre biomasa, el país podría producirlos”, afirma Soledad Gutiérrez, otra integrante del equipo.
Con independencia de esta investigación, Uruguay ya tiene otros proyectos ministeriales en funcionamiento, pero que no se enfocan en la elaboración de productos físicos comercializables.
Está, por ejemplo, el Proyecto Biovalor, del MIEM, el Mvotma y el MGAP, que apunta a la transformación de residuos de actividades agroindustriales y pequeños centros poblados en energía. Los mismos ministerios llevan adelante el PRO-BIO, que se enfoca en la producción de electricidad.
“Para las primeras etapas (de esta eventual producción) estaríamos limitados por los costos. Acá y en todo el mundo romper las cadenas de la celulosa para obtener un caldo del que se puedan obtener otros productos sigue siendo muy costoso, comparado con el trabajo que se hace a partir del petróleo” asegura Gutiérrez.
“En Estados Unidos y Europa los productos de biomasa son más caros, pero por otro lado está la conciencia de no usar petróleo y las cuestiones ambientales, que hacen que haya gente que igual paga más. Hay empresas como Dupont que han sustituido muchas de sus líneas por productos hechos a partir de biomasa”, recordó.
Fuente: Bioeconomía
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