El recambio generacional en la producción agropecuaria se está viendo desde hace varios años. El caso de Gastón González, de 39 años, muestra que el movimiento es constante y sobre todo, necesario. El joven vive en Río Cuarto junto a su mujer y sus dos pequeños hijos. Era su papá Nelson quien antes manejaba los negocios.
A los 24 años llevó a Gastón para que lo acompañara en la tarea productiva y empezara a manejar la firma Tigonbu S.A. Él, en apenas diez años, desplegó alas y en unos días inaugurará una planta que producirá bioetanol con maíz en Buena Esperanza. Además, parte del alimento que usan para las vacas, como la burlanda, también lo empezarán a fabricar allí. En 19 meses reciclarán el excremento del rodeo para hacer más energía. En este ocasión será biogas. La familia tiene presencia en el sur de la provincia y con el nuevo emprendimiento dieron vida a la zona.
La planta se encuentra a unos 10 kilómetros del ingreso a Buena Esperanza, por la autopista 55, a 234 kilómetros de la ciudad capital. Tienen una explotación en Unión, pero es en el campo que está ubicado sobre la 55 que se hace el proceso completo de engorde en unas 8.000 hectáreas, de los cuales la mitad la destinan para hacer maíz y soja. Gastón ha crecido, se ha informado y sobre todo se ha rodeado de gente que lo ayuda a transitar este nuevo camino. Esa evolución lo llevó adonde está y la próxima semana inaugurará la primera parte de un proyecto que será superador.
Por primera vez el lejano sur de la provincia producirá bioetanol, que le venderá a la fábrica Porta y que por el momento no se exportará porque la Argentina no cuenta con la cantidad suficiente para abastecer a todo el país, por lo que el faltante lo compra en otros lugares del mundo.
“Tenemos un feedlot para 4.000 animales de la raza Angus colorado. Básicamente una explotación normal en la zona”, contó, y agregó que “la lejanía de los centros de comercialización siempre nos obliga a ser creativos. En esa búsqueda surgió la posibilidad de hacer una planta que genere energía, alcohol y aceite, con el excedente de granos de maíz que antes vendíamos o canjeábamos por gluten.
De acá también sacaremos burlanda y vinaza, que será para la dieta de los animales”, explicó el productor. En cada una de sus palabras se observa su trabajo de investigación, para innovar en los campos y poder darle valor agregado a su producción, una de las tareas que en estos tiempos se considera primordial para obtener buenas ganancias.
“El ahorro que vamos a conseguir es en una relación de 6 a 1. Es decir, vamos a ahorrarnos cinco fletes. Llegamos a esa conclusión ya que cada transporte de alcohol representa tres de maíz en grano y tres de viruta”, aseguró González, quien agregó que en Argentina existe un mercado interesante para esos combustibles amigables con el medio ambiente ya que en las naftas que consumen los vehículos se hace un corte que por ley debe ser del 12%.
Una vez que se inaugure la planta de bioetanol en la Estancia Huelucan, va a pasar a ser la segunda producción de biocombustibles en San Luis. “En estos momentos tenemos cerca de 20 empleados. Toda la gente que está en el campo es de Buena Esperanza”, comentó, y detalló que para la práctica de todos los días viven “en la búsqueda de sistematizar todos los procesos del campo. Para eso tenemos oficinas en Río Cuarto, que de manera remota controlan la alimentación que reciben los animales. Allí los profesionales realizan la prescripción de la cantidad de alimento llevada a cada corral.
Todos los animales tienen caravana electrónica, lo que nos permite contar con la historia clínica de cada uno a través de registros diarios que se hacen de manera automática. Cuánto pesó al ingresar a los corrales, cuál es la ganancia diaria y por mes”, dijo, y aclaró que gracias a esos procedimientos los veterinarios solo van al campo por cuestiones estrictamente sanitarias.
Además, ellos tienen genética y hacen las inseminaciones en sus campos. La información que recaban todos los días de cómo y cuánto aumentan los animales es lo que luego les permitirá conocer cuáles son las combinaciones de semen y vientres que mejor funcionan. “Está todo monitoreado por cámaras, así que estemos donde estemos podemos ver lo que se hace en el campo y a su vez recibir en nuestros teléfonos por mail la información de los pesos del rodeo con el nombre y apellido de cada uno”, contó con mucho orgullo por lo que ha conseguido.
Cuando la planta esté en funcionamiento, también se manejará a través de internet. “La idea es hacer una industria del campo y para eso utilizar toda la tecnología que haya disponible. Por supuesto, con el debido cuidado del campo y el ambiente”. Ante la consulta de por qué ésas habían sido las tierras seleccionadas, contó: “Acá se hace el proceso completo de la producción de carne con todo el espacio que necesitamos. Las dos unidades que tenemos en Unión, La Esperanza y La Selva, también se usan para ganadería y probablemente en el corto plazo pongamos una planta que produzca energía, que en principio sería para bioetanol”, adelantó.
En cuanto a la producción de bioetanol pronto a ser inaugurada, tienen proyectado hacer una planta de silos que va a servir para almacenar unas 10 mil toneladas de maíz. “Una parte se va a destinar a producir etanol, la otra irá al patio de comida que también estamos por implementar. El maíz entrará en unos tanques que lo partirán y molerán. Luego pasa a cocinarse con encimas agregadas y pasará por unas cañerías que depositarán la sustancia en tachos de fermentación”.
“Allí pasará 60 horas El último proceso es la destilación, en la que se separa el alcohol de los subproductos, la burlanda y la vinaza”, detalló sobre el proceso el gerente general Hernán Mosetti, quien además aseguró que el etanol tiene un 96 por ciento de pureza y que el resto es agua.
Mosetti anticipó que la planta, “producirá cerca de 15 mil litros de alcohol con 40 toneladas de maíz por día, 30 mil kilos de burlanda y 70 mil litros de vinaza. La vinaza es un líquido que no solo hidrata a los rodeos, también es rica en nutrientes. Con la apertura de la producción en la planta, construiremos un sistema que a través de cañerías llevará el alimento líquido a los bebederos del feedlot y a algunos de los lotes agrícolas”, adelantó como otras de las novedades, que tiene la misma mirada que el resto de las implementaciones: aprovechar al ciento por ciento todos los recursos disponibles con el menor desperdicio posible.
El etanol tiene distintos usos. De hecho Porta, el principal cliente que tendrá Tigonbu S.A., usará el derivado del sur de San Luis para fabricar alcohol para su versión líquida y en gel y para bebidas como el fernet que produce la firma. Además comercializa pinturas de interior y exterior, que se fabrican con la energía que González quiere producir. “La idea es que lo que aquí se produzca se lo lleven las petroleras. Además queremos comercializar aceite, que también puede salir de la planta”, agregó Gastón junto al gerente de su empresa entre grandes ollas que contendrán el procesado de maíz.
Cuando llegó la revista El Campo era cerca del mediodía, por lo que los empleados se disponían a dejar sus actividades para hacer el receso del almuerzo. Al ver que se acercaba González a la zona de trabajo, cada uno de ellos se arrimó para saludarlo y consultarlo sobre si iba a necesitar algo de ellos en ese momento: “Una foto”, contestaron a coro quienes habían llegado desde Río Cuarto en el helicóptero que usan para recorrer los campos que tienen en diferentes puntos de Córdoba y San Luis.
“El material que saldrá será alcohol, aceite en camiones cisterna o carne. No tendremos más viajes a Rosario”, dijo, refiriéndose al puerto de esa ciudad. Tampoco a Villa Mercedes. Como dice Gastón, “esto es producción 360 grados. Todo queda en el campo”, con el claro objetivo de siempre ir por más e innovar. “Cuando queremos implementar cosas nuevas, buscamos en qué parte del mundo son especialistas en la materia que investigamos. Arreglamos citas y viajamos con el equipo de trabajo para empaparnos de los errores, para no replicarlos nosotros”, dijo el dueño de la Estancia Huelucan, quien además considera que en su empresa lo más preciado son los recursos humanos, en quienes confía y a quienes les encomienda tareas para las que fueron designados.
Para que todo funcione a pedir de boca, será necesario aumentar los números. “Vamos a necesitar hacer 1.500 hectáreas de maíz para picar, un número similar para granos y lo que nos falte se lo compraremos a productores de la zona. Para esta primera etapa estamos cubiertos, cuando arranquemos con la generación de gas necesitaremos mayor cantidad de materia prima”, detalló González, dando cuenta que el proyecto será de gran beneficio para la zona. En este punto porque quienes producen maíz ahora podrán venderlo a pocos kilómetros de sus campos, bajando así el costo de transporte.
En el momento en el que la revista El Campo los visitó estaban en plena cosecha. “En una semana largaremos con la producción de biocombustible y aunque ya teníamos maíz guardado, lo juntaremos con la cosecha de esta campaña, que nos servirá para arrancar”, detalló el gerente general de la firma.
Lo que sigue es enchufarse a la red de energía calórica. Uno de los mayores costos que tiene la planta de etanol, es el gas. Para abaratar ese gasto pensaron en cómo generar biogas. Tienen disponibles los desechos del feedlot, que además de ser muy contaminantes no hay espacios físicos que contengan esos volúmenes. “Para eso usaremos el guano del ganado y algo de maíz picado que va a parar al biodigestor, donde a través de un proceso de fermentación se genera este gas ‘verde’. A partir de allí se pondrán a funcionar motores que darán electricidad. El calor que emanen esos motores permitirá dos cosas: una, dar calor al biodigestor para que haga su proceso, y por otro lado, reemplazar la caldera que usa la planta de etanol. El producto se venderá a la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa). Además los desechos que produzca el biodigestor irán a parar de nuevo al suelo como biofertilizantes”, aseguró González, que opinó que podrían crearse este tipo de industrias en otros campos con una inversión cooperativista para ayudar a los dueños.
Están a la espera de la firma del contrato que les asegure la compra de la energía que produzcan. “Después del acuerdo, tenemos 19 meses para producir. Una de las cosas que tendremos que modificar será el feedlot, que en estos momentos tiene una capacidad para 4.000 animales y deberemos pasar a uno de 12 mil con piso de hormigón y techado para poder hacer con mayor facilidad y eficiencia la recolección del guano”, comentó sobre lo que les falta y todos los cambios que traerá la llegada de la tecnología al campo.
Los González tienen siete campos en San Luis y entre las dos provincias administran 13 en total. Fue en 1990 cuando el padre de Gastón decidió, en otro contexto, venir a producir ganadería a la provincia. En aquella época Nelson hijo estaba a cargo de las propiedades de la familia tal y como lo hace Gastón ahora. “Yo pertenezco a las nuevas generaciones, que tenemos la tarea de mostrar a nuestros padres lo que se hace. Imaginate lo que siente mi papá al llegar y ver que tenemos una industria en el medio de la nada. En otros tiempos era impensado que eso pasara, pero por supuesto que está feliz”, contó mientras caminaba por el feedlot y contaba la importancia de empezar a hacer algo que todos necesitamos: energía limpia.
El empresario del sur cordobés le contó a la revista El Campo cómo fue que decidió dar el paso hacia la innovación, algo que ya su padre había hecho en otro momento. “Por los enormes costos que tenemos en flete queríamos buscar una alternativa que nos ayudara a hacer un producto terminado. Todas las alternativas no eran viables y parecía que se nos iba a complicar más. Pensamos en un frigorífico o en producir biodiésel, pero no eran posibilidades del todo rentables y además armar la estructura en general no era fácil”, recordó.
Gastón en ningún momento frena la búsqueda que lo lleva a generar nuevas ideas que él ejecuta en los campos de la familia, buscando a los mejores en cada rubro. “Estábamos con Hernán en la Expo Agro y en la salida vimos una planta de bioetanol. Se nos hacía tarde así que solo tomamos un folleto y lo llevamos para leer en el viaje. A partir de allí empezamos a ver de qué se trataba. La etanolera lo primero que consume es maíz y nosotros lo teníamos. Lo otro era el gas, que no teníamos, y ahí se nos ocurrió traer los biodigestores para abaratar esos costos”, relató.
Los empleados, su mayor capital
Hernán es la mano derecha de Gastón y además son amigos. Sus mujeres y sus hijos también tienen relación y cuando ellos no están en el trabajo, se juntan todos. “Hace ocho años atrás, cuando empezaba a armar su equipo de trabajo, me pidió que lo ayudara, que necesitaba alguien de confianza. A partir de allí emprendimos el camino de buscar nuevas alternativas”, dijo Hernán, a lo que Gastón le agregó que “cuando mi papá se retiró había una estructura que funcionaba como era él. Yo soy diferente y tuve que armar un equipo acorde a lo que buscaba y la realidad es que los proyectos son posibles gracias a la gente que me rodea. De otra forma yo tendría que estar en cada detalle de lo que se hace y eso, si uno se quiere expandir, no es posible. Mi virtud es que si hay alguien que sabe más que yo, lo traigo a trabajar conmigo”, contó con una visión de empleador poco vista, con una valoración absoluta del capital humano al que considera fundamental y al que reconoce de manera permanente cuando su desempeño es bueno.
“Trabajar con Gastón es muy cómodo. Estamos permanentemente en contacto y sabe que trabajamos, pero fundamentalmente confía en nosotros y nos deja ser y hacer”, enfatizó su empleado más cercano, que maneja al resto del personal con el mismo criterio de González, delegando funciones, dejando hacer con libertad y controlando que todo siga por los carriles normales.
No todo queda ahí. El dueño de Tigonbu S.A. considera que el crecimiento profesional y económico no solo debe ser el suyo. “Estamos viajando de manera permanente para capacitarnos y conocer los nuevos sistemas de producción que existen en el mundo”, contó Mosetti.
Básicamente funcionan como un organigrama perfecto en el que cada uno tiene una función y a su vez gente a cargo. “De esa forma cada uno se ocupa de armarse su equipo para que todos estén cómodos y el trabajo salga bien. Mi política es que cumplamos con nuestros objetivos y que todos ganemos”, agregó el jefe que todo empleado quisiera tener.
Fuente: El Diario de la República (San Luis)
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